Este dibujo representa otra particularidad de la arquitectura antigua condicionada por razones ópticas. Cuanto más altas eran las columnas, más altos eran los arquitrabes colocados sobre ellas.
Es un hecho innegable que los diseñadores griegos poseían su canon, se atenían a las formas geométricas y observaban las proporciones sencillas. Pero también es verdad que no hay dos templos griegos que sean idénticos y tendrían que serlo si el canon hubiera sido aplicado rígidamente. La diversidad de los templos se explica por el hecho de que los arquitectos aplicaban el canon y las proporciones con cierta libertad, los trataban como directrices y no como precepto. El canon era universal, pero las desviaciones de las líneas rectas y de las perpendiculares, las curvaturas y las inclinaciones constituían unas variaciones pequeñas, pero, suficientes para dotar a las construcciones de libertad e individualidad, y para que el severo arte griego fuese también espontáneo.
El arte clásico es un testimonio de que sus creadores eran conscientes de la importancia estética que tienen la regularidad por una parte y la libertad e individualidad por otra.
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Tatarkiewicz, Wladyslaw. Historia de la Estética. Estética Antigua. Akal Ediciones. Madrid. 1987. p.74