Si observamos, en efecto, las relaciones que se han venido estableciendo entre el diseño industrial, la pintura y la escultura, podremos darnos cuenta fácilmente de que tales relaciones han pasado por tres fases distintas: una primera fase –la que, sólo para entendernos, llamaremos correspondiente a la primera revolución industrial (a la arquitectura ingenieril del siglo pasado) -durante la cual las obras técnicas y mecánicas (comprendiendo entre ellas los grandes puentes metálicos, las primeras máquinas de vapor, las primeras máquinas tejedoras y las de escribir) eran consideradas enteramente distintas de las “bellas artes” y, a lo sumo, se intentaba a veces “enmascarar” la máquina añadiéndole algunos adornos o introduciendo en su estructura elementos decorativos (capiteles, columnillas)
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G. Dorfles, RELACIONES E INTERFERENCIAS ENTRE EL DISEÑO INDUSTRIAL, LA PINTURA Y LA ESCULTURA. Ed.Labor, 1968