Afuera estaba el mundo de donde yo venía, un enredo de desesperanza, de energía sin dirección, de propósitos contrarios. Dentro, aquí, enla Bauhaus, tras unos dos años de su existencia, había también confusión, me parecía, pero para nada desesperanza o falta de rumbo, más bien exuberancia con su propia especie de confusión. Pero parecía haber congregación de esfuerzos para algún propósito vago y distante, un propósito que yo aún no podría ver y que, me temía, acaso me estuviera siempre oculto.
Entonces Gropius habló. Fue una bienvenida a nosotros, los nuevos estudiantes. Habló, creo, de las ideas que dieron ser a la Bauhaus y del trabajo que aguardaba. No recuerdo en absoluto las frases exactas, ni siquiera los pensamientos expresados. Lo que sigue presente en mi mente es la experiencia de una gradual condensación, durante esa hora que habló, de nuestra esperanza y cavilación en un punto focal, en un sentido, en un objetivo distante y estable. Fue una experiencia que de ahí en adelante significó propósito y dirección.
Esto fue hace unos veintiséis años.
El año pasado algunos jóvenes amigos me hablaron del discurso inaugural que Gropius dio en Harvard al comienzo del nuevo periodo. Lo que se los hizo significativo fue la experiencia de realizar sentido y significado en un mundo confuso; entonces como ahora, la misma experiencia de encontrar el propio rumbo.
1947
Anni Albers: colaboración inédita para un libro sobre Gropius que no se materializó. Publicada posteriormente en Craft Horizons, vol. 29, num.5, 1969 como obituario inmediato tras su fallecimiento -05.07.1969-
[img. Black Mountain College. Faculty. Summer 1946]
--